Siempre he creído en la idea de que el lenguaje construye, amplía y reduce realidad. Eso para lo que son típico ejemplo esos pueblos helados que le han dado nombre a una extensa variedad de tipos de blanco o nieves (según la historia) capacitándolos para una diferenciación clara entre diferentes condiciones para nosotros iguales.
Se supone que las sociedades van evolucionando su lenguaje según las circunstancias de su realidad. Así como que, a más cultura, más variedad de vocabulario y capacidad de definición de fenómenos.
Sin embargo, la sociedad no solo avanza en la diferenciación de términos, sino que en muchos casos pasa a reducir o hacer desaparecer realidades por puro desuso o comodidad.
Como es obvio, en ciertas situaciones esto tiene sentido: de poco le vale a un contable barcelonés la diferencia entre un pilum y una lanza si no tiene aficiones relacionadas. No obstante, curiosidades como la que me encontraba el otro día en la conocida cuenta Pictoline no hacen menos que llamarme la atención:

Fuente: Twitter de Pictoline
Seré sincero: en su momento ni siquiera llegué a leérmela entera. Mi mente ya estaba con la cabeza en el «¡La leche! ¡Pero cómo no se ha aprovechado esto para las nuevas lenguas!». Viendo las definiciones, creo que todos identificamos con bastante claridad a qué se refiere cada término; sin embargo, todo lo enmarcamos en una palabra tan generalista y subjetiva como lo es amor y nos peleamos por la clasificación de cuál es el mejor, el verdadero, el más poderoso y demás familia.
¿Realmente hablamos de la misma realidad cuando tratamos de comparar aquel por una pareja con uno por una afición? Cuesta creerlo. Y sí: sé que alguno estará pensando en el valor de la polisemia en estos casos; que si hubiese palabras para todo, mal iríamos. Lo que yo encuentro es que si hemos conservado sinónimos totales para palabras como alfabeto (abecedario) o danza (baile), bien podríamos haber dejado espacio en el idioma a palabras que de verdad aportan algo y que vienen de idiomas del que hemos sacado el propio material, como la ya citada palabra alfabeto.
No es que el amor sea el único término con el que podamos trabajar el que esto suceda: lo que ocurre es que es de manual. Extraído directamente del WordReference tenemos los siguientes sinónimos de amor (o palabras por el estilo, más bien): cariño, afecto, apego, ternura, pasión, adoración, afición, predilección, querer. Si se piensa, todos son subjetivos y ninguna combinación de ellos nos ayuda mucho en el intento de dar forma al amor de una madre frente al amor por nuestro novio.
Mientras tanto, la web de Leroy Merlin nos ofrece hasta 10 tipos de diferentes productos dentro en su subsección Casquillos:

No me entendáis mal: todo mi apoyo a la diferenciación terminológica entre una caja estanca y una portalámpara. Lo que trato de hallar es por qué, si para lo técnico hemos sido capaces de evolucionar a nivel tal como para diferenciar casquillos, se ha dado en denominar con la misma palabra clave el amor platónico, el amor de pareja, el amor de madre, el amor por los animales o el amor por la bandera de un país.
Si el desprecio y el asco tienen sus propias palabras para reconocerse, ¿por qué dos verdades tan distintas como pueden ser el amor imposible o el amor por los colores de tu equipo no son capaces de diferenciarse más que por los complementos en la época en la que el salir a correr cambia de footing, a jogging y a running cada tres años?
Yo sé que no es fácil hallar término nuevo para cada uno y generalizarlo. Sé que platofilia o equipofilia no son los palabros más hermosos de este mundo. Que la filifilia no representa que el amor de tu madre por ti es lo más grande. Pero sí deberíamos pensar en que, en ciertos campos, hay un daño, ya que —aunque la mayoría tengamos muy claras las diferencias— tal y como vale para crear, destruir o alterar realidad, el lenguaje también sirve para generar ciertos comportamientos en las mentes que conectan inconscientemente esos términos.
Es mucho más fácil sentir apego por un entretenimiento cuando te convencen de que sientes amor por él. Es mucho más fácil comer hamburguesas cuando you’re loving it. O que te vuelvas loco por comprar entradas para un cantante cuando «lo amas».
No creo que cada uno de estos ejemplos sea el más adecuado, pero sí capto el puente hacia lo que la parte de atrás de mi cabeza me deja entrever. Es mucho más fácil explicar que adores a un dios si te dicen que debes sentir por él lo mismo que por tus padres y la gente que quieres. Es fácil hacer que no puedas entender correalidades como un amor platónico, uno físico y otro de compañero de vida si encierras bajo el mismo término los tres y te dicen que solo puedes tener uno.
¿Veis por dónde voy?
Podemos tener mil términos para lo específico, pero que ya no existan palabras específicas para realidades claramente distintas y de componente universal es, cuanto menos, llamativo.
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¿Se te ocurre alguna palabra cuya falta de sinónimos o variedad de uso no te deja dormir? ¿Estás harto de verte en un brete cuando te preguntan si quieres más a tu marido o a tu equipo de fútbol? Comparte, comenta y, cómo no, mencióname con el @osgonso si lo haces, que siempre es bonito.
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