7 cosas que hacer durante el confinamiento (y 3 que no)

Puede que para muchos el estado de alarma por el coronavirus no difiera de un domingo de lluvia cualquiera. Sin embargo, para quien las cuatro paredes de su domicilio y el #YoMeQuedoEnCasa se le hagan duros, he aquí unas cuantas alternativas para pasar el tiempo. Con las manos bien lavadas, eso sí.

Ver series y películas

plataformas digitales pexels

Sin duda, el entrenamiento de moda no podía faltar. Los catálogos de las principales plataformas online se encuentran llenos de contenidos para pasar unas horas diarias lejos de la taquicardia a la que nos someten estos días televisión y prensa escrita. Además, ¿qué mejor momento para ponerse con esa peli de 3 horas o esa serie más lenta que un caracol con maleta?

Mientras Disney+ no aprovecha el contexto para adelantar su llegada, el resto de redes se pega por nuestro tiempo y suscripciones, destacando que Movistar haya ofrecido gratis sus contenidos en versión Lite durante este mes.

Leer

chica leyendo cabizbaja

Más de una persona habrá olvidado que existen las letras fuera de la pantalla del teléfono, los apuntes y el papeleo del trabajo; sin embargo, la literatura llevaba tiempo sin verse en otra igual, siendo un entretenimiento que suele requerir de cierta atención mantenida, como la que permite este encierro de largas horas de hastío.

Por seguro que en casa hay doscientos libros que se han quedado ahí, mientras que existen numerosas plataformas web donde hacerse con más, así como iniciativas gratuitas para estos días, como la que ofrece Gómez-Jurado en su Twitter.

Y yo escribiendo por aquí en lugar de dedicarme a lanzar de una vez el nuevo libro… ¡Ay! A ver si para el mes que viene está en Amazon (cuya suscripción, por cierto, permite leer miles de libros gratis).

Videojuegos y juegos de mesa

sheldon playing xbox

Si hay más de una persona en casa, qué mejor manera que echarse unas risas arrancando de su estante alguno de esos herrumbrosos juegos de mesa perdidos entre el polvo. No es que el Hundir la flota ofrezca horas de diversión, o que el Monopoly vaya a ser lo más entrenido de tu año, pero vamos, que para un rato de compañía y nostalgia dan de sobra.

En cuanto a la vieja consola, no está nada mal desenmarañar los cables una vez más para pasarse un rato aporreando botones.

Intimar

anna shvets pexels women standing on beach

Foto por Anna Shvets

Está claro que las familias de padres e hijos pueden tener problemas en este punto, pero si estás encerrado en casa con tu pareja y el tiempo siempre es tu excusa para la pasión perdida, he aquí el momento para el redescubrimiento.

Horas y horas en las que buscar el cuerpo ajeno, recuperar sensaciones y, de paso, hacer el ejercicio que vamos a echar en falta.

Estudiar

bibliografía

Duro, pero cierto: el encierro es carne de estudio.

Mientras las oleadas de comentarios cínicos de opositores sobre nuestra nueva situación nos sacuden en las redes sociales, es cierto que podemos aprovechar algo de tiempo para hacernos algún curso online que nos guste o ponernos al día con los futuros exámenes, en caso de ser estudiantes.

Está claro que no es el pasatiempo más feliz, pero —si en algún momento hay que hacerlo—, sin duda, ahora hay tiempo.

Recuperar horas de sueño

siesta española

En la calle no, eso sí

Si eres de aquellas personas que siempre se han quejado de no tener un momento de descanso, ha llegado la hora de la venganza: la buena siesta, el acostarse algo más temprano o el levantarse algo más tarde son unas grandes alternativas a esos tiempos dedicados a los paseos, las compras o el tomar algo.

Hablar con quien hace siglos que no hablas

Juego-de-celular-para-bebés

Por último, ¿por qué no preguntarle cómo le va a esa persona que tan bien te caía?

Al fin y al cabo —si no ha leído esto—, seguramente se aburra tanto como puedas estar haciéndolo y siempre da cierta ilusión saber qué es de esa gente que la corriente de la ocupación diaria se fue llevando.

Yo al menos me he alegrado mucho de las tres personas que me han hablado durante estos días y hacía siglos que no lo hacían: ¿por qué no iba a pasarle lo mismo a los tuyos?

¿Y qué no hacer?

Mucha gente junta en un festival

Dando por hecho que esto tampoco…

Tal y como hay muchas cosas que hacer aun confinados, os apunto tres que «No, no, no»:

-Presumir de vacaciones. No: no estás de vacaciones. Estás encerrado en tu casa para preservar la salud de la gente que te rodea.

-Fingir que estás amargado si nada ha cambiado para ti. Si siempre te pasas los tiempos libres en casa, encerrado a cal y canto con la premisa “Mantita y Netflix” no te la vengas dando de víctima por las redes sociales.

-Pasarte el día consumiendo paranoias. Pasarte el día viendo los contenidos que la mala prensa ofrece en bucle para mantenerte pegado a la pantalla no es recomendable cuando el encierro suele llevar al mal ánimo. Una cosa es estar informado y otra muy distinta es dejarte intoxicar mientras compartes espacio con más gente que, se supone, quieres y no puede escapar de ti.

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¿Qué más crees buena idea para pasar el encierro? ¿Te has pasado comprando papel higiénico? ¿Ya no soportas un segundo más de Ferreras? Comenta, comparte y todo lo demás, que es gratis y (además) ayuda a pasar el tiempo.

Por qué la victoria de Ash Ketchum en la Liga Pokémon es tanto un monumento a la perseverancia como un hito en lo argumental

Decía el otro día en Twitter que podría parecer una tontería, pero la victoria de Ash Ketchum en una Liga Pokémon es todo un monumento a la perseverancia. No contento con el éxito de la publicación del tweet (0 MG, 0 RT), presento un post de por qué este hecho es, argumentalmente, un hito.

Si bien los diferentes juegos de la franquicia me han entretenido durante años y años, debe ir por delante que hace más de una década que no sigo el poco elaborado anime. Su estatismo en cuanto a argumento y guiones de capítulo desde su lanzamiento allí por el 97 hace que sea muy poco atractivo para la mayor parte de la gente. De hecho, uno de los emblemas de la saga era, precisamente, la falta de éxito del protagonista en la empresa de conseguir ganar su meta.

El chico recorría por completo cada región obteniendo, con mayor o menor pericia, las medallas necesarias para participar en el mayor desafío de cada temporada: la Liga Pokémon. Allí, el resultado era siempre el mismo: derrota ante alguien mejor y nuevo inicio del ciclo en una nueva región. Los constantes fracasos pusieron a Ash como todo un icono del ser un perdedor. Un perdedor, sin embargo, con unas características muy especiales.

Y es que, como es obvio, Ash Ketchum no es el loser al uso. Se trata de un protagonista osado, luchador, de buenos sentimientos y con grandes virtudes a la hora de ayudar desinteresadamente. Todas arquetípicas características del héroe. Con permiso, precisamente, de la derrota.

Por lo general, los héroes triunfan. De un modo u otro. Pueden morir en el proceso, quedarse tristes por la pérdida de un amigo o lo que sea, pero triunfan de un modo u otro. Ash, sin embargo, perdía. Siempre perdía. Durante veintidós años, siempre que se encontraba a las puertas de su sueño, perdía inexcusablemente.

Esto, he de insistir, nos hace verlo como perdedor nato. Sus constantes derrotas le hacían perder toda validez como héroe, porque no ganaba como cualquier héroe. Simplemente, era un perseverante, eso sí. Alguien perseverante, que se levantaba de su más reciente descalabro y seguía adelante con humildad. Pero no un héroe.

Porque si algo nos ha demostrado la ficción de toda época es que la perseverancia no es una característica primordial del héroe. Al héroe lo hace la victoria. Claro que hemos visto a estos fracasar antes de triunfar, eso es muy habitual, pero en el fondo no se asocian con sus derrotas. Muy pocas veces hemos tenido la sensación de que hay un verdadero héroe en los personajes que no ganan. Solo fracasados, como el propio Ash Ketchum. Majos, pero fracasados.

Y entonces, Ash ganó una Liga.

Ganó una Liga 22 años (reales, no internos) después.

Eso es una barbaridad a nivel artístico. Claro que hemos visto a personas conseguir algo por lo que han luchado mucho tiempo, pero a nivel ficción es casi inconcebible lo que hemos visto, ya que no hay apenas mecanismos que permitan una emisión tan larga. Solo el tipo de público y la falta de calidad de guion le pueden restar mérito al efecto. ¿En cuántas sagas de novelas de más de 20 años de duración los héroes fracasan una y otra vez? ¿Cuántas series televisivas tenemos de esa duración como para acercarse a poder hacer un argumento así? Es casi imposible. El actor secundario Bob mató a Bart, vale, pero en un especial de Halloween y siendo un antagonista. Ash es el protagonista, el héroe. ¿Qué obra de tanta duración real podría darnos a un protagonista heroico pero fallón que acaba consiguiendo su objetivo sin previo aviso en una temporada cualquiera, porque sí?

Y es que he aquí otra de las grandes claves y para mí la diferencia final y definitoria del canto a la perseverancia que es esta victoria: el hecho de que la victoria tan largamente buscada, por la que tantos palos se le ha dado a este protagonista, ese sueño al fin cumplido no es más que un hecho más en un camino que sigue.

Esto es, simplemente, una enormidad conceptual para lo que siempre nos han enseñado a nivel estructural y argumental.

No es solo lo inesperado de que este personaje siempre perdedor haya conseguido al fin el triunfo, sino que en próximos meses seguramente tengamos una nueva región en la saga en la que Ash seguramente recolectará las medallas necesarias para participar en una nueva Liga donde perder de nuevo. Esto ahora puede parecer lo obvio, pero hace unos meses era una utopía. De hecho, se escribió y escribió y se comentó y se comentó que Ash nunca ganaría la Liga, ya que eso supondría el fin de la serie. Pues he aquí el nuevo mindblowing para la cultura argumental general: la historia sigue adelante tras la victoria como si nada y de camino a un más que probable nuevo fracaso. ¿Por qué? Porque la lección a extraer de este periplo no es solo que si perseveras, si te esfuerzas, si sigues adelante puedes llegar lograr aquello por lo que luchas, sino que lo importante no es el conseguirlo, sino el tratar de ser mejor.

El éxito, el sueño, acaba cayendo por su propio peso, pero lo que hace grande a este protagonista no es que gane o no, sino lo que siempre ha tenido y cultivado: ser osado, luchador de buenos sentimientos y con grandes virtudes a la hora de ayudar desinteresadamente.

He ahí lo verdaderamente hermoso de esta victoria tan esperada: tanto el canto a la perseverancia que es el que alguien que se ha esforzado durante tanto por algo lo consiga, como que la victoria no es más que un acontecimiento en un camino que tiene muchos, muchos, muchos más días en los que hay que demostrarle al mundo lo que es.

Las victorias nos darán felicidad y éxito, pero lo importante no está en lo que se recibe, sino en lo que una persona es por sí misma.

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¿Qué sacas tú de este post? ¿Te alegraste de la victoria del joven icono o eres de quienes dicen que tuvo que irse a regional para ganar algo? ¿Crees que la perseverancia está infravalorada, pero odias a los perdedores que triunfan con esfuerzo? Vale, es broma, pero no dudes en comentarlo y compartirlo. Y, por supuesto, gracias por llegar hasta aquí.

Manuel Bartual y el reciclaje del relato corto

La rama creativa de Twitter vive unas de sus semanas más intensas del año con la aparición de un extraordinario fenómeno de público: la inquietante historia de las vacaciones del ilustrador Manuel Bartual. Si bien pondría el hilo para que pudieseis disfrutar de la maravillosa obra antes de avanzar en el post, solo puedo remitiros a su cuenta: tal hilo no existe, solo tuits que avanzan desde el mediodía del 21 de agosto a la pretarde del 26, en la que el esperado desenlace llega.

No sin mi recomendación de disfrutar del extraordinario episodio antes de continuar, analicemos pues —sin abusar de spoilers— algunas de las cosas a trabajar para que el relato corto actual de gran público no se extinga. Y de paso, el éxito de este divertido episodio del internet de nuestros días.

bartual portada

Así empezaba todo

El relato corto de Manuel Bartual luce inmenso por varios elementos que marcan las principales características del entretenimiento de masas actual: se basa en lo hiperbreve, es fácilmente viralizable, tiene componente audiovisual, es interactivo, no de único momento y generalista.

Hiperbrevedad

Si bien no consideraría a Twitter en su mejor momento histórico, una vez que las ovejas se han comido a los lobos no vendidos al público impersonal, el modelo de texto hiperbreve es todo un emblema de la sociedad de esta década, siendo el hilo —esa serie de tuits encadenados a base de articularlos como respuesta— el principal elemento a tener en cuenta en este momento.

Como si de un buen cliffhanger se tratase, el hilo favorece la continuación. Si bien el texto de Manuel Bartual no lo es como tal y podría ocupar unos cuantos folios de Word, el hecho de que esté tan acotado en digeribles 140 caracteres hace que para quien cree imposible tragarse su duración real sea ameno hacerlo.

En otras palabras, los que ven una locura leerse un relato corto de diez, quince páginas, se lo están engullendo a dos carrillos.

Viralidad y compartibilidad

Si bien la viralidad tiene un cierto componente de lotería, lo exponencial del modelo Twitter facilita las cosas. Antiguamente, necesitabas estar en el muro en ese momento para ver el RT, pero la nueva distribución de los contenidos de este por popularidad y supuestos intereses del tuitero, sumada al que en dispositivo móvil tengas una notificación conque apenas dos o tres de tus seguidores den MG a una determinada publicación, hace que un tuit eficaz sea fácilmente viralizado.

Tema aparte sería el tipo de seguidores que tejen los mimbres. Dice el diario El Mundo en una reciente entrevista a Bartual que tenía “solo 16000 seguidores” antes de este fenómeno como si fuese nada, pero lo que está perfectamente demostrado es que a la gente le duele mucho más dar un RT a alguien con cien seguidores que a alguien con cien mil. Y si no, solo hay que pensar en el porcentaje de gente que vais a emegear o compartir este post aunque os haya gustado.

Audiovisualidad

No escribiré un ensayo acerca de lo audiovisual que está el mundo del entretenimiento, más que nada porque seguramente la interactividad ya lo haya destronado como principal característica en este momento. Sin embargo, el haber introducido vídeos e imágenes para favorecer al lector profano de la literatura el meterse en la historia es clave para la plenitud de su eficacia.

Siempre he creído que en épocas de plenitud de ocio y tiempo libre la imaginación vive sus épocas doradas. Sin embargo, Twitter, lleno de gente con horas y horas de tiempo en la nada dedicadas a ver si pueden encontrar una grieta en el discurso de alguien para hacer sangre, parece no tener suficiente imaginación como para que entre los 10 contenidos más emegeados del relato de Bartual no estén los que llevan una imagen o vídeo. El público oveja no tiene nivel para caer en la suspensión de la incredulidad sin contenido audiovisual, y Bartual lo consigue sin dificultad alguna dándoles lo que quieren. Precisamente lo que está condenando a la literatura tradicional en la actualidad.

Interactividad

En algún momento del tiempo, las personas hacíamos lo que le gustaba en cuanto a ocio. Ahora, eso queda relegado a momentos en los que no haya nadie que pueda saberlo, poniendo nuestro Spotify en sesión privada para que nadie sepa que en realidad ese tipo de música nos gusta.

Me atrevería a decir que, a día de hoy, el 80 por ciento del ocio no es por motivación personal, sino por poder comentarlo con alguien. Hace cuatro años, en mi TFM, comentaba que el entretenimiento ha pasado a tener dos partes claves y de importancia clave en general: el contenido y lo que se comenta del contenido. Que, en sí, es interacción.

Se nos ha metido en la cabeza que es casi obligación comentar lo que nos parece. La gente sigue series para poder comentarlas con los colegas. Si vemos una peli, hay que valorarla en Filmaffinity, poner un tweet o decirle a alguien en WhatsApp que la acabamos de ver casi por obligación, cuando antiguamente el ocio de este tipo solía ser bastante individual.

En el Caso Bartual, parte de su publicidad se gesta en lo comentable que era en su proceso, en esa interacción perfectamente prevista con los que lo hacían, en el que la gente apareciese por todos lados hablando de ello. Y al final, es lo de siempre, el ser humano, quiera o no, lleva dentro ese espíritu de querer estar enterado de lo que todo el mundo habla, ya sea por curiosidad, cotilleo o no querer sentirse aislado.

Alargamiento en el tiempo

El contenido puntual no tiene sentido comercial ni, parece ser, artístico a día de hoy.

El otro día tuvimos el Mayweather-McGregor. Fue una noche, unas horitas, y sin embargo nos taladraron meses, generándonos interés en gente que sabemos de boxeo lo mismo que de exportación india en la época de la guerra de los Balcanes.

La realidad del ocio de hoy se extiende, golpea muchas veces, mucho tiempo. Deja que la gente haga grande la bola, tal y como libros cortos se dividen en dos o tres partes al ser llevados a la gran pantalla.

El relato de Manuel Bartual que podría haber publicado de golpe explicando lo pasado, es espaciado durante casi una semana por su ajuste al tiempo real. Durante ese tiempo, las notificaciones, comentarios y referencias llegaban por mil lados diferentes y durante todo el día, haciendo omnipresente la historia para cualquiera relacionado con la red del pájaro azul, llevándolo al TT con gran facilidad. Seguramente, el mayor acierto del fenómeno haya sido este espaciado.

Generalidad

Le preguntaban en la citada entrevista de El Mundo sobre las referencias a la serie de culto Perdidos (Lost). Realmente, hay clichés del género por doquier: todo un homenaje a los recursos más trillados del género de misterio, capitaneados por autores de esos que o se consideran intemporales o desfasados. Sin embargo, la historia genera fascinación en el público, como si nunca hubiesen visto algo semejante.

Estoy convencido de que todos han estado ante historias de misterio en las que ocurren los diferentes episodios visto en el relato de Bartual. Sin embargo — ya por la lejanía temporal, la renuncia a seguir estando en contacto con el género o demás familia—, los acogen con una felicidad inaudita para alguien que tiene a mano miles de relatos del género con esos elementos. La clave es que el público del relato no busca este entretenimiento, sino que se une a él solo cuando —como decíamos antes— le vale para comentarlo con otra gente. Y para que eso pase, para que otra gente haga lo que ellos quieren hacer en el fondo, recibir el placer de las viejas referencias que su memoria lejana les trae, el relato tiene que ser generalista para el público al que va orientado. Fácilmente digerible para que las ovejas rumiantes que plagan la red no se indigesten con un argumento demasiado elaborado para seguirlo durante más de 5 párrafos, digo, tweets.

manuel bartual tras éxito

Reciente tweet de Bartual tras el éxito

Por último, no sin recomendar a mis lectores que disfruten de la magnífica realidad de relatos de misterio que las bibliotecas nos ofrecen, me gustaría mostrar las diferencias con el no-éxito previo de Manuel Bartual: un hilo (esta vez sí) que publicaba tan solo 15 días antes de la historia que le vuelve más famoso.

https://twitter.com/i/moments/897536022279405568

  • El humor es tan importante como el misterio
  • No busca la interacción directa con el público
  • Lo publica en versión hilo
  • Segunda persona en vez de primera
  • El humor es personal, distinto
  • Entero el mismo día
  • Llega a haber un tweet a las 6 y media de la mañana de su país (poca audiencia)
  • No lo ve ni una milésima parte de gente

La principal diferencia entre ambas historias en cuanto a importancia para lo que hemos hablado aquí es que una fue perfectamente diseñada para dar de comer a Twitter y la otra da de comer, mucho o poco, a la cultura.

Es para pensarse qué debe hacer el mundo editorial en este en el que lo gastado eclipsa a lo que aporta. En si es más importante entretener unas semanas o brillar en cuartos oscuros por los siglos de los siglos.

el mundo bartual

Gracias a Manuel Bartual por haberme entretenido a mí y a muchos colegas con su relato de vacaciones, y gracias por escribir algo tan simpático como El peso de la verdad. Y si, la foto es de la omnipresente entrevista de El Mundo