¿Por qué se margina? Algunas razones del acoso dentro de un grupo (2 y final)

En la primera parte del post, analizamos dos de los elementos clave para la aparición y funcionamiento del acoso a una persona dentro de un grupo: la falta de confianza y el ataque a la diferencia. Cerraremos ahora este post con un ingrediente no muchas veces tratado, pero de una terrible importancia capital para la actuación de la víctima.

Tercer elemento: la identidad

persona sin rostro

Llegamos pues al tercer punto y la terrible confirmación de la dificultad para combatir el bullying desde el acosado. Como hemos visto en numerosos post sobre el tema, la identidad es uno de los puntos más críticos en el comportamiento social. En el caso de la marginación, la losa es tremenda. Veamos por qué.

Las personas etiquetan. La gente prejuzga por un par de consideraciones básicas fundamentadas en la experiencia previa y la deja marcada con esos parámetros mientras no haya importantes motivos para variar la sensación. Es muy fácil decir que el prejuicio debe ser combatido y eso tiene que pasar a la historia, pero lo cierto es que es un mecanismo instintivo humano que difícilmente se quedará en el pasado.

Por otro lado, muchas veces nos excedemos en la creencia de la estabilidad de prejuicio: el ser humano va moldeando la opinión conforme vive experiencias con la persona, por lo que las etiquetas suelen reservarse para toda aquella gente con la que se tiene poco contacto habitual (el cani del cuarto, la pija del banco, el borrachuzas del bar de abajo). Para las personas más cercanas, con las que compartimos vida y experiencias a diario, tenemos toda una sección en nuestro compartimento de opinión.

De no utilizar etiquetas, el cerebro se vería saturado. Si de cada persona con la que hemos interaccionado tuviésemos un registro potente, seguramente acabaríamos atontados por la cantidad de información. Como explicaremos en algún post a futuro, lo importante no es no usarlas, sino tratar de evitar los comportamientos con alguien a partir de prejuicios y no de actos.

El problema que nos ocupa en cuanto a la marginación hoy tratada es la fatídica convivencia entre dos personas entre la que hay una distancia típica de las etiquetas. El compartir espacio muchas horas con alguien con quien no querrías estar.

La convivencia con etiquetados

etiqueta-roja.png

Vamos a explicarlo con mayor practicidad.

Los grupos de alto tiempo en común tienden a ser pequeños. En la propia imagen de arriba veíamos que el grupo de amigos íntimo del agresor era de 5 personas, así como el del marginado de 4. Los grupos íntimos, esos de cuyos miembros tenemos un perfil muy concreto, no suelen tener mucha más gente. De hecho, los de 2 o 3 suelen ser incluso más frecuentes que los de 5 o 6 personas, que habitualmente ya incluirían a secundarios, más allá de los cuales cobraría protagonismo el etiquetar.

Sin embargo, ¿qué ocurre en los entornos típicos de marginación, como los trabajos o las clases? Que hay demasiada gente para el modelo habitual de comportamiento de grupo. Cualquier participante de esos entornos se encuentra con tener que lidiar con demasiadas personalidades en muy poco espacio, de ahí que tenga que etiquetar a gente con la que debería coincidir muy de vez en cuando, pero con la que —en realidad— comparte día a día.

El acosador (y también el acosado y los neutros, que conste) recurren al prejuicio con quienes se encuentran más lejos de su área de influencia o gusto en el grupo. En la imagen de los círculos, por ejemplo, lo harían con aquellos con quien no coinciden en grupo primario ni secundario. Además, no les queda otra someterse a la incomodidad de tener que convivir con alguien con el que, si por ellos fuese, elegirían no convivir. ¿Cómo no va a ser habitual la mala relación?

El posteriormente acosador, por ejemplo, verá al posteriormente acosado como cierta característica y tratará de aprovechar cada acto que este haga para reforzar esa etiqueta. Por ejemplo: si piensa que «este es un lameculos», esperará a una buena nota para reforzar la postura, censurará cada mano que levante para responder una pregunta y asociará cada pequeño acto a su etiqueta para blindarla, pasando por alto lo que no encaje con el perfil que le interesa.

Y he aquí un punto que hace verdaderamente conflictivo el tema de la identidad en lo que a marginación se refiere: ¿qué ocurre si en el otro empiezan a sucederse actos que no encajan con la etiqueta?

En el caso de que la opinión no esté plenamente formada (por ejemplo, primera semana de trabajo, apenas lo has visto hacer nada) la opinión puede cambiar, claro. Más complicado es cuando, como decimos, existe una distancia marcada entre ambas personas, cuando nunca hablas con ella, cuando ya llevas unos cuantos días con la etiqueta bien pegada.

Muchas veces se le dice al marginado «es que tienes que mostrar carácter», «es que tienes que plantarles cara», pero lo cierto es que no es muy eficaz. No lo es porque, desgraciadamente, a la marginación hay que sumarle uno de los mayores principios sociales en cuanto a identidad se refiere: la rotura de la identidad que nos hemos formado no se lleva nada bien.

Una de las cosas que peor sienta a la mente de una persona es percatarse de un error en el etiquetado. Creo que a nadie sorprenderá si pongo como ejemplo el hecho de que la mayor parte de la gente prefiere estar rumiando toda la vida la posibilidad de que alguien que le cae mal haga algo malo a aceptar que en realidad se ha equivocado y está ante una buena persona. El cuerpo humano está desesperado por el poder soltar aquello de «Te lo dije» sobre gente sobre la que pensó mal y que, normalmente, no conoce demasiado.

Prácticamente, el único modo en el que se permite tal concesión, y solo de vez en cuando, es la introducción en su grupo de esa persona tras una experiencia muy positiva para ambos. Algo que, como es obvio, esto no es nada frecuente en el caso de acosador y acosado, y menos si cabe en un entorno juvenil con respecto al laboral. Más bien, queda relegado a alguna ficción romántica adolescente.

En la realidad, que el marginado saque comportamientos contrarios a su etiqueta de rechazo hace que el que margina se turbe por la rotura de identidad y lo deteste aún más. Esto hace que, normalmente, intensifique el acoso para hundirlo en la detestable etiqueta previa.

He ahí uno de los principales problemas para el acosado: la falta de salidas por su propia cuenta. Si mantiene su actitud, es acosado; si refuerza lo que se detesta de él, refuerza también la etiqueta y la excusa de acoso; si va contra la etiqueta, se le ataca por rotura de identidad. De por sí, el acosado solo tiene como ayuda externa: la de los compañeros y la de las autoridades.

Es por eso que hay que resaltar la importancia en la concienciación contra esta lacra, y también la visibilización de que no solo se da en el entorno educativo, sino en el laboral, en el deportivo e incluso más allá.

¿Qué podemos hacer contra la marginación?

Como acabamos de ver, una clave incuestionable es la participación del entorno.

Para las víctimas, importante saber que:

– En el caso de acoso escolar, en España está el teléfono 900018018, gratuito, confidencial, anónimo, 24 horas y en el que trabajan numerosos tipos de profesionales. También, cómo no, contar con los orientadores, profesores y quien sea necesario.

– En el caso del acoso laboral, están los superiores (en caso de vivir en la inopia), pero también los representantes de los trabajadores o la Inspección de Trabajo, entre otros.

– En cualquier caso, suele haber gente alrededor a la que podemos recurrir para que también tomen el partido que le corresponde y no sean cómplices de la situación.

A quienes presenciemos una situación de este tipo, ni que decir tiene que hay que actuar, ya que (como hemos visto en los diferentes puntos) la víctima suele tener serias dificultades para salir por sí misma.

En las etapas iniciales, un rechazo fuerte por parte de miembros neutros del grupo o del grupo secundario del acosador suele ser suficiente para ahuyentar parte de las tendencias. El beneficio va a repercutir en ambos y en el grupo entero, ya que un entorno en el que se produce una situación de este tipo repetidamente genera importante malestar y numerosos problemas a todos los participantes, siendo fácilmente evitables de actuar al principio.

Una vez avanzado el acoso, ni qué decir tiene que ya no hablamos de consejo, sino de la obligación de actuar para no ser cómplice de una agresión. Hay vías y vías para la actuación y la denuncia, no es difícil hacer piña con otros compañeros para cortarla de raíz con solo enfrentar al atacante y el «que lo haga otro» viene a ser como lavarse las manos tras haberte bañado en una fosa séptica.

Ni qué decir tiene el recordar que este tipo de prácticas a día de hoy no tienen utilidad real alguna y que está en nuestra mano el que podamos llevarnos mejor o peor sin tener que sufrir o practicar este tipo de vergüenzas humanas. Plantémosle cara.

¿Por qué se margina? Algunas razones del acoso dentro de un grupo (1)

Tras Marginación y demás artículos sobre el tema, hoy vamos un paso más allá en el tema del bullying, el acoso en grupos y la marginación. En esta pareja de post, analizaremos cómo a la falta de confianza se suman dos elementos omnipresentes en la conducta grupal humana, capaces de arrancar esta repudiable maquinaria casi que de forma automática.

Primer elemento: la falta de confianza

mirada de odio

El primer elemento es quizás el más independiente de los tres. Sin embargo, es clave para en gran parte de los casos. Como comentamos en 13RW, el acosador tiene la sensación de ganar poder con la práctica. Hoy lo concretaremos mejor diciendo que lo que suele buscar es confianza.

Al hablar de un caso de acoso escolar o laboral, tratamos habitualmente con personas en un entorno con bastante gente. La imagen típica es creer que se suelen desarrollar sobre individuales y por individuales, pero la realidad es que el contexto de grupo y su mantenimiento en el tiempo suelen estar ahí.

Además, solemos hablar de entornos en los que se ha producido una variación de perfiles. Si el entorno del acosador es estable, es complicado que se lance a un ataque o cambio, ya que el estado de estabilidad no lo aprobará: normalmente, el conflicto aparece con nuevas incorporaciones en grupos o con nuevas situaciones o escenarios grupales. Más bien, con algo que hace temblar un poco el mundo de quien acosa y le hace sentir ligeramente inseguro.

Esta inseguridad es central en el proceso, ya que la búsqueda de confianza y estabilidad es la que lanza buena parte del engranaje. En muchos casos, el bully trata de ganar seguridad en base a mermar la de otros. Por un lado, sí que podríamos hablar de esa instintiva sensación de poder y marcado de territorio cuando alguien somete a alguien; pero, por el otro, muchos acosos no van dirigidos tanto a esto como a que el acosador gane en confianza al ser capaz de perturbar la de otros.

Un ejemplo básico: el ataque al buen estudiante. Se dan notas, quien las da pone en un pedestal a quien obtiene las mejores y lo pone como ejemplo ante los demás. Alguien entre estos ataca al primero con clichés varios y en público, que suelen sacar la risa grupal. ¿Qué busca? ¿El poder? Lo más común es el no ver mermada su propia confianza —el apartar de su mente el fracaso o posible ridículo en sus capacidades—, así como el quedar bien ante el grupo. Sí es cierto que, con el tiempo, se acaba integrando que sacar buenas notas es de marginados y lo contrario de “malotes”, pero esto llega en etapas posteriores: en los primeros momentos, lo que se siente es inseguridad en tus capacidades y odio hacia quien recibe el halago.

Esto no es algo específico y poco frecuente: es casi el mismo recurso que cuando nos quejamos de la suerte que tienen algunos en cosas que nos gustan, aun sabiendo que no lo han logrado a base de ella, sino con esfuerzo: la culpabilización a otros nos salva del malestar por la incapacidad propia.

Otro ejemplo icónico de cómo la inseguridad promueve la marginación es el ataque a la persona de atractivo incipiente. Cuántas veces habremos visto en películas adolescentes el clásico bullying a una chica de belleza natural que empieza a gustarle al chico popular de turno y recibe el odio del grupito de divas.

Aunque esta última muestra quizás sea menos frecuente o valorada, la conducta se puede ver muy bien en etapas adultas, con la crítica constante a aquella persona atractiva que, al tener éxito, sufre constantes ataques de que lo consigue por su físico o incluso (bienvenidos al siglo XIX) que tiene una vida sexual social cuestionable.

En cualquiera de estos ejemplos podemos ver cómo el odio y la marginación no surgen tanto del querer ganar poder, sino del buscar combatir las inseguridades y faltas de confianza propias a base de desprestigiar las ventajas de los demás.

Segundo elemento: la diferencia

diferente tazas

Más potente si cabe es este segundo elemento, ya que toca partes del previo y otros.

Como ejemplo, podemos ver que, tal y como la marginación suele darse hacia quienes sacan las mejores notas, es igualmente típica aquella a quienes sacan las peores de todas. Del mismo modo, también se encuentra la marginación con la persona con una presencia física fuera de los cánones de estilo y belleza. En ambos casos, se da si no tienen mecanismos para protegerse de ellas, como la propia marginación a otros o la amistad con gente de más poder.

Este tipo de rechazo se basa en un clásico del funcionamiento grupal: este suele apoyar a quien está en la distribución normal de comportamiento, físico o capacidad. Difícilmente vamos a ver que el acoso se produzca sobre alguien que rinde lo que los demás, viste como el resto y no tiene ninguna virtud o defecto reseñable. De hecho, el acosador no suele estar en esta posición media, sino en algún extremo ideal, como el intelectual o el físico (salvo que sea un acoso en grupo).

El acosador individual tiende a detestar a su opuesto. Claro que hay conflictos entre gente que tiene capacidades parecidas, pero eso va más en la línea de la competitividad que del aplastamiento. El acosador individual tiende a odiar lo que no se le parece en nada: lo que está en su otro extremo.

El proceso tiene bastante lógica: cuando un grupo grande se forma (y tras un primer periodo de conocimiento) la gente tiende a reunirse por afinidades primarias y secundarias. Cada persona tiende a tener un grupo pequeño, así como llevarse bien con unos cuantos más con los que forma un grupo mayor, aunque quizás no visto como tal. Fuera de este segundo grupo, estarán las personas con menor afinidad.

La marginación suele darse entre personas que no comparten grupo primario o secundario, siendo normalmente bastantes diferentes entre ellas. Asimismo, tiende a darse del que tiene un segundo grupo mayor o más fuerte hacia el que tiene un grupo secundario de poca gente o que valora más a la gente del otro.

Veámoslo representado en la siguiente imagen, exagerada a propósito para ver los extremos:

Representación de los grupos de acosador y acosado. El acosado se sitúa fuera del límite de grupo secundario de afinidad del atacante.

Como podemos ver en ella, el acosador, representado con el rayo, forma parte de un grupo primario (círculo rojizo), cuyos miembros también se ven parte de uno secundario mayor (circunferencia gris) pero no tan apegado. El acosado, representado por la nube, tiene su propio grupo pequeño (círculo verde), del que solo unos pocos forman parte del grupo secundario del acosador.

Los miembros del grupo primario del acosador suelen apoyar este acoso, mientras que los del secundario suelen mantenerse neutrales con la situación, al igual que de haber alguno ajeno a ambos grupos, habitualmente, para evitar posibles represalias o ser “contagiados” de las actitudes de odio. Obviamente, el grupo primario del acosado (de tenerlo) suele estar en contra, pero muchas veces también calla por lo previo.

Una buena cultura antibullying se demuestra especialmente si estos grupos con tendencia a la neutralidad muestran oposición al acoso. La presión de estos contra el acto suele frenar muchas conductas de este tipo, aunque (desgraciadamente) sigue sin ser lo más habitual.

Como veremos en la segunda parte de este post, las acciones por parte de terceras personas para acabar con este tipo de situaciones de injusticia y daño son muy importantes. De hecho, la mayor parte de las llamadas al teléfono contra el acoso escolar en España (el gratuito y anónimo 900018018) las realizan terceras personas, según informó tiempo atrás el organismo responsable.

Sociedades abiertas en espejos deformados

Si uno piensa en las características que suelen diferenciar las sociedades antiguas de las modernas, no tardaríamos en llegar a una pareja de adjetivos muy querida: cerradas frente a abiertas. Aparentemente, hemos avanzado a sociedades con una gran apertura a los pensamientos diferentes, la innovación y la libertad de conciencia. Sin embargo, creo que a pocos nos estará faltando la sonrisa cómplice típica de dos personas que intercambian presunciones de riquezas que saben que ni una ni otra tienen.

Ya sea la época de dificultad que la sociedad pasa, ya sea el efecto de las redes sociales, ya sea la hipocresía social que se ha comido todo, si algo está claro es que la apertura a escuchar la postura distinta está pasando por un momento crítico que no promete grandes esperanzas. La criticada corrección política ha sido sustituida por un decir lo que quieren que digas disfrazado de pensamiento rebelde. La tapada de oídos al pensamiento distinto se ha enfundado de que no merecen ser escuchados. Y sí, la apertura de pensamiento se ha vuelto en realidad una dictadura que puede ser moldeada según conviene al que lleva su medallita en el pecho.

Yo soy rebelde porque el mundo me ha hecho así

La propia afirmación, que firmaría prácticamente cualquiera, es una propia demostración de sumisión. Que el mundo te haga rebelde viene a decir que tú que presumes de ir contra él no te has convertido en lo que has querido, sino en lo que el mundo «te ha hecho». Normal que defender la posición victimista sea fácil.

La conciencia de rebeldía se ha convertido en uno de esos mantras vacíos que todo el mundo podemos usar. Es tan fácil como elegir tendencia contraria y decir que te rebelas contra ella:

-¿Eres progresista? «¡Hay que rebelarse contra la tiranía de los anclados en el pasado!»

-¿Eres conservador? «¡Hay que rebelarse contra quienes quieren acabar con lo que tanto nos ha costado construir!»

-¿Odias la pizza con piña? «¡Hay que rebelarse contra esa aberración!»

-¿Amas la pizza con piña? «¡Hay que rebelarse contra quienes oprimen nuestros gustos!»

A nivel político, el tema es un cachondeo, pero a nivel social no está mucho mejor la cosa. El que la globalización nos haya permitido encontrar fácilmente a quien se opone a nuestros gustos (y en gran número) hace que siempre tengamos rival contra el que rebelarnos, pudiendo posicionarnos en el rol de débiles que tienen que luchar por lo que tratan de arrebatarles.

Correctamente políticamente incorrecto

El tema de la corrección política es a día de hoy una comedia divina. ¿En qué área a día de hoy lo políticamente correcto es comportarse de tal modo? ¡La incorrección política es lo que se lleva! Hasta el punto de que lo políticamente incorrecto es, precisamente, comportarse como es debido en ciertos ambientes.

Las redes sociales son un clásico; lo de Twitter, un referente. ¿Alguien cree de verdad que ser políticamente correcto es lo más aceptado en una red como Twitter? ¡Venga ya!

Este juego, al menos en español, se ha hecho todavía más paródico por las palabras. El término corrección política hace referencia desde hace mucho a adoptar una postura civilizada, que vendría a ser la típica de un ciudadano ejemplar de una determinada sociedad. Obviamente, el ciudadano ejemplar de cada red no suele ser la persona polite típica de la sociedad de los 90. Y he aquí que la gente se considera rara avis por ser tan incorrecto como todo el mundo espera que sea. Pero ¡ojo!: de cara a dentro pueden presumir de que son políticamente incorrectos.

Abiertos de oídos sellados

El ser abierto de mente es todo un referente de la sociedad actual. Uno de los principales emblemas a lucir en el pecho. Y una habitual mentira como una casa.

Vamos a ver: si escuchas a quien no piensa como tú, puede que seas abierto de oídos. Pero si no tratas de ponerte en el lugar de quien piensa completamente distinto de ti, no me vengas con que eres abierto de mente, porque estás reconociendo estar cerrado a abrirla.

«¡Es que ese pensamiento es intolerable

Puede serlo en tu mundo y en tus valores. Seguramente también para quien escribe estas líneas. Pero esa persona piensa eso. Y no por escucharlo o por tratar de entender cómo piensa te conviertes en lo que esa persona es.

Por tratar de entender a un amante de la pizza con piña no vas a ver perjudicado tu cerebro, ni vas a ser un defensor de la pizza con piña, ni a llevar dentro un virus de pizza con piña.

Creer que por respetar clicheicas libertades humanas como la libre sexualidad o el vivir en comunidad eres un abierto de mente es de un postureo absurdo: como mucho, eso te convierte en una persona respetuosa con esas libertades. Serás un abierto de mente si buscas entender cómo piensa o siente toda persona que te encuentres con características que hasta entonces nunca hayas buscado entender. Y esas, por desgracia para estar sociedad de ojos vendados, suelen pertenecer a aquellos colectivos que se han ganado (injusta o, también, justamente) ese rechazo.

Inescuchable

Que conste que ser un cerrado mental es algo perfectamente entendible: recordad que todos estos que dicen ser abiertos, pero luego no escuchan a quien piensa distinto, tienen la excusa de que el mundo les hizo así y con ella basta.

Más si cabe con el polarizado modelo social.

El entretenimiento clásico tenía en este aspecto una gran desventaja y una gran ventaja. Un altísimo porcentaje de la población era de televisión y claro, solían enfrentarse a los mismos estímulos que quienes no pensaban como ellos. Esto hacía que la variedad de pensamiento a partir del entretenimiento se redujese, aborregando a la gente; por otro lado, la variedad actual hace que la gente que piensa distinto entre ella no coincida casi nunca.

¿Y qué ocurre cuando a las personas les quitas el contacto con elementos que no comparten? Pues menos capacidad de adaptarse a lo que no les gusta. Lo que viene siendo mayor intolerancia.

En ciertas redes sociales es muy fácil verlo: opinión fuera de la línea de pensamiento = linchamiento de reacciones en contra. Twitter es el ejemplo más fácil, pero no nos ceguemos: las hay de todos los colores y creencias. El problema está en que esa reacción represiva es educacional: la gente que tiene ese tipo de pensamientos aprende que de exteriorizarlos se verá linchada, pasando o bien a silenciar su opinión, a cambiarla para ser aceptada por el grupo o a apartarse de este o la red.

¿Y qué se consigue si marginamos, deformamos o acabamos el pensamiento diferente de un grupo en aras del común y aceptado? ¿Qué supone en una sociedad el acabar con las opiniones de quienes no piensan como nosotros? Ni más ni menos que dictadura de pensamiento.

Un pensamiento que en ningún caso va a ser individual, sino grupal y aborregado.

Un pensamiento que nos permitirá dictar. Qué es tolerable, qué no; dónde están los límites para ser una persona de mente abierta; cómo comportarnos para poder colgarnos medallitas o no.

Y un pensamiento que, al encontrarnos con otros grupos fuera de esa microsociedad o sociedad específica, nos permitirá la intolerancia, la marginación y demás modelos creyéndonos, por las leyes de nuestra pequeña sociedad, modelos de comportamiento.

Con espejos deformados, claro está.

Una breve conclusión

Me gustaría terminar recalcando dos puntos para aquellos con la cabeza cuadrada y la medallita de abiertos en el pecho.

No eres abierto por aceptar a quien no es como tú pero no va en contra tuya. La mente abierta es la de aquel que intenta entender cómo piensa la gente que nunca has pensado cómo piensa.

Y la apertura de mente ante quien no es como tú no te vuelve como este. No por buscar entender cómo piensa tienes por qué pensar o sentir igual. Tú eres tú.

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¿Consideras que la sociedad es abierta y el redactor de este texto un inepto? ¿Piensas que hay gente que debería ser apartada de la vista para que todos estemos bien? O, inesperadamente, ¿estás de acuerdo con lo dicho y crees que merece reflexión? ¡No dudes: comparte, opina en comentarios, mencióname en redes (@osgonso) y dime qué te ha parecido!