21 días en un concurso de voto público (1): la llegada a Sttorybox y el perro muerto

Hace un par de semanas, una buena amiga me invitaba a participar en el IV certamen de relatos de Sttorybox, una conocida plataforma con tintes de red social, en la que los escritores aficionados pueden colgar sus historias por partes de límite de caracteres creciente (“cajas”) y recibir Me Gusta y comentarios que le permitirán recibir ánimos, críticas y la posibilidad de seguir escribiendo.

El certamen tiene una estructura característica y entretenida, a base de eliminatorias y el uso de las citadas cajas. Si bien en la final será un jurado —integrado por personalidades con reconocido prestigio en el mundo literario— el que determine la decena de vencedores, en un primer momento son los MG de los usuarios quienes deciden: de la primera a la segunda ronda se pasa estando entre el 75% de relatos más votados, abriendo posibilidad de colgar una nueva parte; ídem con la segunda ronda, para en la tercera ya solo pasar el 50% de los relatos restantes. Cada ronda dura aproximadamente una media de una semana.

Si bien, en un primer momento, mi negativa a la participación en un concurso de voto público fue clara, me decidí a tomar parte para demostrar a mi colega la realidad tras ellos. He aquí la primera parte de mis conclusiones, a dos días del pase a tercera ronda.

sttorybox

Clásica vista principal de Sttorybox. Para mí, web muy recomendable para el escritor aficionado.

La ronda preliminar, la frase para el recuerdo y el ranking de falso apoyo

Si bien mi primera idea era colgar un relato de cierta calidad literaria y ver cómo era eliminado en primera ronda por la aparición del voto de amigos (del que pronto hablaré), lo cierto es que la mecánica del concurso me atrapó al momento.

Escribí un relato elegante y de lenguaje elaborado ligeramente pedante basado en la participación en concursos literarios, me puse un título llamativo, una foto mía de hace un siglo, una de fondo medianamente representativa y a esperar su debacle. Sin embargo, comenzaron a llegar los MG y comentarios y con ellos el responder y decidirme a leer otros participantes.

El resultado, en un primer momento, fue abrasivo para mis ojos: el escritor aficionado medio en español tiene verdaderos problemas con la ortografía. Con parada cardiorrespiratoria en ciernes, descubrí que, grosso modo, apenas uno de cada 15 relatos estaba correctamente escrito, sin ningún tipo de error de acentuación, puntuación o expresión. Un dato, a mi entender, desgarrador. Más aún —y no entiendo por qué, dado que casi no participo por ello—, lo fue descubrir las prácticas que pronto aparecieron ante mis ojos.

Me aficioné a comentar los relatos bien escritos (o casi bien) que iba encontrando, mientras despreciaba sin remisión cada uno con un par de garrafallos en la escrita. El caso es que me iba topando en los comentarios con las mismas personas, a los cuales en un primer momento —durante 15 segundos—, consideré participantes entregados a la lectura. Tras él, me di cuenta de que algo ocurría con ese tipo de piropos.

Entrase en el perfil que entrase y por malo que fuese el relato, me encontraba con que tenía los mismos seguidores y el mismo comentario vacío del tipo “Me gusta lo profundo que es. Pásate por mi relato”.

sttorybox spam

Ejemplo de comentarios en primera fase. Buena parte de ellos fueron eliminados por sus dueños con la aparición del salvador.

Spam. Copia-y-pega barato hecho de piropos sin concretar, introducido uno por uno en todos los perfiles con independencia de su calidad, con Me gusta y follow incluidos en la mayor parte de casos. Lo más doloroso era ver las animadas respuestas de aquellos que, cándidos, no se percataban del engaño, dando “gracias” y “luego lo leo” al ver reconocido su trabajo.

Mi indignación fue tal que cuando el, para mí, mayor referente del fraude se pasó por mi perfil no pude evitar echárselo en cara, recibiendo como respuesta una frase que bien podría permanecer por siempre en la historia de Sttorybox:

No es spam es mecanografía

«No es spam, es mecanografía.» Sexy Lover, alias «el mecanógrafo»

Cuál sería mi sorpresa cuando, un par de días más tarde, se me ocurrió la terrible idea de pasarme por el ranking para ver cómo iba la cosa. Los, pongamos, 25 primeros puestos, se hallaban plagados de toda esa gente de la que yo veía comentarios repetidos en todos los relatos, pero no solo eso: la calidad general de algunos de los que abrí por curiosidad —salvo contadas excepciones que espero se den por aludidos en este inciso— era la misma que la de cualquier otro relato a concurso; in other words, ¡faltas de ortografía, de expresión, incluso de criterio, por doquier! ¡Si es que hasta había una sinopsis en el top 5!

Pasé entonces a llevar a cabo una minúscula y absurda aunque satisfactoria campaña antispam en mis comentarios, mofándome de los poco éticos comportamientos de algunos de los participantes, y llevándome un apoyo aplastante por parte de mis lectores.

Fue entonces cuando vi al perro muerto.

El perro muerto y la aparición del salvador

Como de sobra es conocido por los lectores de mi WordPress, soy una persona con una inextinguible sed de justicia. Quizás por ello, me había decidido a no dar apoyo a los principales spameadores ni siquiera leyendo sus relatos. Sin embargo, en cierto momento mi amigo “el mecanógrafo” empezó a subir como la espuma hasta colocarse en segunda plaza con un relato con hasta el título mal escrito, haciendo que la curiosidad por ver cómo sacaba tantos Me Gusta me pudiese. Esa fue la manera de llegar a ver algo que nunca había creído posible.

sexylover in memoriam

Puede que no muchos recordéis la última frase, bajo una foto, de mi post sobre lo malo que es tener un nombre que mucha gente tiene, pero para eso están los enlaces.

Esa misma semana, mi gato Osito (tócate las narices con la puntería del tío para elegir apelativo) había sido atropellado por el todoterreno de mi hermana, tras la infausta idea de echarse una siesta sobre una de las amplias ruedas de atrás. Por fortuna para él, solo le pilló de lleno una de las patas traseras, presumiblemente rozándolo por un lado o algo así, porque el caso es que el gato se mantuvo con vida en una suerte de moribundia a base de estertores que nos hacía temer lo peor.

Sí: aunque parezca increíble es Santas Pascuas (Osito ¬¬) con dos meses y un atropello más de vida

El caso es que este señor trajeado, con una descripción de perfil tal que así, no solo estaba usando el spam de forma descarada, sino la memoria de su perro, casualmente muerto el mismo día, para obtener votos en un relato con acentos al revés y puntos seguidos separados por espacio.

Pero lo peor para mí, si cabe, no era eso. Y es que solo hay que observar sus reacciones cuando la pobre gente se compadece de él:

He ahí un hombre que muere de puro dolor por el recuerdo de su animal fallecido hace escasas horas.

Definitivamente, mi paciencia había estallado, y creé una segunda parte de relato perfectamente definida para criticar a la gente como este modelo de ropa italiana, ya al filo del cierre de ronda y con unos 1300 relatos registrados.

Fue entonces cuando apareció el unicornio.

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Continuará… (pero tú vete comentando y compartiendo y eso, no hace falta que esperes 😉 )

9 comentarios en “21 días en un concurso de voto público (1): la llegada a Sttorybox y el perro muerto

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